miércoles, 18 de septiembre de 2013

UN TÁNDEM MUY ESPECIAL

Han transcurrido ya 12 años desde que publicara mi primer libro, Yeray poeto. Aún recuerdo cómo lloraba de felicidad el día que recibí el paquete con mis ejemplares, y cómo mi hijo me miraba entre fascinado y aturdido, justo antes de fundirnos en un colosal abrazo que nos desequilibró hasta caer ambos entrelazados en el sofá. ¡Qué emoción! Un día inolvidable donde los haya. Recuerdo también que Yeray, a pesar de su alegría, me echó en cara una cosa: ¿por qué, si aquel era “nuestro libro”, no figuraba su apellido en la portada, lo mismo que el mío? ¿Es que se habían olvidado?
Hoy, a sus 17 años, YERAY SÁNCHEZ (ahora sí, con su apellido y en mayúsculas) promete, y mucho. Como disc-jockey compone su propia música y ha pinchado ya en diferentes locales de la Catalunya central. Ilusión y genialidad forman, en su caso, un binomio tan indivisible como afortunado. Pero no es solo la mesa de sonido lo que maneja con rotunda maestría: también sus dibujos son dignos de tener en cuenta. En este caso, y mediante técnica digital, ha aportado esta simpática ilustración, que acompaña el microcuento SoñaDORA, de mi autoría. Fran Nuño, buen amigo y colega, ha tenido la cortesía de plasmarlos en la sección “Microcuentos ilustrados” de su nuevo blog CUENTOS PARA LEER DE UNA SOLA VEZ (además, y para redondear la buena nueva, justo en el día de mi cumpleaños). Pero, claro, mi opinión no deja de ser subjetiva, así que lo mejor será que juzguéis por vosotr@s mism@s.


2 comentarios:

  1. Mar, te ha calado y te ha ilustrado a la perfeccion: en una nube con libros y volando...volando...Sera q te conoce y quiere, como no!
    Enhorabuena, por tu blog, por tu microcuento, por tus 12 años y, como no, por tu hijo!

    Un beso enorme, mALi

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Mali. Yeray es una persona muy especial, y sé lo que me digo. De esas que tienen talentos innatos que, cuando los descubren ante los demás, causan sensación. En nuestras vidas abundan las anécdotas con él de protagonista, y te aseguro que se me pone el vello de punta cuando las recuerdo, porque fueron momentos sublimes, en los que, tanto su padre como yo, hemos llegado a llorar de la emoción... Quizá algún día escriba sobre eso, y sobre lo mucho que he aprendido de él y sigo aprendiendo. Un abrazo, querida amiga.

    ResponderEliminar